Cuando el 13 de noviembre de 1985 cayó un alud y arrasó la localidad de Armero, Omaira Sánchez quedó atrapada en el barro, que cada vez se volvía más compacto bajo la influencia del sol. Pasaron los días y rescatistas y periodistas fueron testigos de su historia, que a través de fotografías se difundió por todo el mundo.
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Ese mismo año, Omaira Sánchez tenía trece años y empezó el bachillerato en La Sagrada Familia de las Capuchinas. Después de la noche de la tragedia, fue encontrada por varios rescatistas y periodistas. La mitad inferior de su cuerpo estaba escondida en el barro, y lo primero que se vio fue un neumático que parecía un flotador, del que emergía parte de su torso y brazos.
Omaira Sánchez pasó las últimas horas de su vida con la mitad de su cuerpo atrapado en el barro. Foto:ARCHIVA TU TIEMPO
Con calma, Omaira habló con los rescatistas y periodistas y reveló que sentía las cabezas de su tía y su padre bajo sus pies: “Ella cayó primero, yo caí encima de ella. Como estoy tan gorda, casi la destripo”, dijo la niña a los periodistas.
Omaira afrontó su situación con mucha calma, a pesar de que no sabía nadar y temía que el agua subiera y la ahogara. En ese momento, dijo a los servicios de emergencia y a los periodistas que su madre había tomado el expreso Bolivariano a Bogotá y su padre, que yacía a sus pies, estaba trabajando con una cosechadora cosechando arroz y sorgo. La periodista logró captar el mensaje que Omaira le envió a su madre: “Mamá, si me escuchas, creo que sí, ora para que pueda salir y esta gente me ayude”.
Foto de helicóptero que muestra un deslizamiento de tierra tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz. Foto:MSF
Para sacar a Omaira de allí, los rescatistas buscaron ayuda externa, que les trajo una bomba motorizada. Mientras tanto, las preocupaciones de Omaira fueron otras: el viernes 15 de noviembre, dos días después de la tragedia, cuando preguntó qué fecha era: Le confió a Germán Santamaría, cronista de EL TIEMPO: “Dios mío, hoy era el examen de matemáticas. Me voy a perder un año”. dijo.
Video: recuerdos del periodista Germán Santamaría, quien informó sobre la tragedia de Armero hace 40 años
Germán Santamaría, cronista de EL TIEMPO, recuerda a Omaira. Foto:
ese dia despues Omaira empezó a desmayarse. Sus ojos se pusieron rojos, su cara redonda comenzó a hincharse y su piel se puso pálida. Al día siguiente, 16 de noviembre, murió. Los socorristas y periodistas abandonaron el lugar, desanimados por no haber podido salvar la vida de la niña.
Las últimas palabras de Omaira a su familia ante la cámara fueron: “Mamá, te quiero mucho. Papá, hermano… yo. Adiós, mamá”.
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La ausencia de la madre de Omaira
Aleida Garzón, La madre de Omaira nunca abandonó Armero. Sin embargo, cuando ocurrió la tragedia, él se encontraba en Bogotá, obtención de certificados que acreditan el ascenso de auxiliares a auxiliares de enfermería, tanto para ella como para sus compañeros del Hospital San Lorenzo.
Recibió noticias desde Bogotá sobre la avalancha de Armero. El viernes, su hijo Álvaro Enrique, de 12 años, fue trasladado desde la ciudad al Hospital La Misecordia de Bogotá. Llegó del brazo de uno de sus tíos, todavía en pijama hecho con figuritas de coches, la noche del viernes 15 de noviembre, dos días después de la avalancha. Le dijo a Aleida que la policía estaba sacando a su hermana del barro.
Con niños pequeños en brazos, estas familias salen de Armero en fila. Foto:TIEMPO
Recién el domingo 17 Aleida se enteró de que su hija había fallecido. Se enteró por el titular de un periódico que decía: “Muere niña atrapada en Armero”. Debajo tenía una foto de su Omaira con los mechones embarrados. En ese momento se dio cuenta de que la niña de la que todos hablaban y a quien pedía salvar era su hija.
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La vida de Aleida después de Omair
Antes de su muerte, Omaira estaba en conversaciones con la empresa estadounidense Occidental Petroleum Corporation con sede en Armero i Les hizo prometer que le darían un hogar a su madre. En diciembre del mismo año, la empresa cumplió su promesa. Aleida recibió una casa en el barrio El Tunal de Bogotá, donde rehizo su vida junto a su hijo Álvaro Enrique. De Armero sólo conservaba el recuerdo de su hija y algunos objetos: el reloj que le regaló Omaira y que paró a las 0.15 horas del 11 de diciembre, y el pijama de Álvaro Enrique.
Álvaro Enrique, técnico en mantenimiento electrónico de profesión. Durante años odió el ruido de los helicópteros porque le recordaba el ruido que escuchaba en Armero.el día que su padre lo colgó en la puerta entre la oscuridad y la lluvia que cubría la ciudad.
Reconstrucción de Armero 1986. Foto:Reconstrucción de Armero 1986.
A principios de 1986, Aleida regresó a Armero con Fidel, uno de los primeros rescatistas de Ibagué, quien acompañó a Omaira en su agonía y colocó una cruz en su lugar de enterramiento. Cada año, el 28 de agosto, Aleida se sitúa junto a esta cruz para celebrar el cumpleaños de su hija.
A medida que pasaron los años, La tumba de Omaira Sánchez, cobijada por cuatro árboles y decorada con cientos de placas, se ha convertido en centro de peregrinación donde la gente agradece las gracias recibidas.
MARÍA PAULA AGUDELO CARRASQUILLA
ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO
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