
“No es sólo para los hombres, las mujeres también pueden conducir tractores, cosechadoras y otra maquinaria pesada”. Tatiana Campo Palomino afirma orgullosa mientras se sube con cuidado a su tractor amarillo, que mide hasta el doble de su altura y cultiva cultivos extensivos de caña de azúcar en Miranda, una comuna del norte del Cauca.
Esta madre y cabeza de familia de 26 años se está abriendo camino en un sector tradicionalmente dominado por los hombres. Según el último boletín técnico danés sobre el mercado laboral por género, en el trimestre mayo-junio Ese año, sólo 604.000 mujeres trabajaron en la agricultura, la ganadería, la caza, la silvicultura y la pesca, frente a 2.817.000 hombres involucrados en esta actividad.
La cosechadora coloca caña limpia en el remolque del tractor. Foto:Valentina Robles. Tiempo
Además, Tatiana también tiene que lidiar con la violencia que vive cada día en su territorio debido a la presencia de grupos armados ilegales que quieren tomar el poder. En las últimas semanas, las autoridades han reportado ataques en seis municipios del departamento, incluido Miranda, teniendo el incidente más grave en la localidad de El Carmelo en la zona rural de Cajibío. donde dos policías murieron y varios resultaron heridos en el ataque. En medio de este panorama de incertidumbre, Historias como la de Tatiana muestran una cara diferente del Cauca.
El punto de partida fue la alianza entre Incauca y el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), que tuvo como objetivo capacitar a mujeres para diversificar la fuerza laboral agrícola y promover la igualdad de género. El llamamiento superó todas las expectativas: se inscribieron más de 1.000 personas, pero en el primer grupo de formación participaron madres cabeza de familia, amas de casa, jóvenes independientes y aquellos que querían un cambio en sus vidas aunque les esperaba un trabajo completamente nuevo.
“Todo el sector agroindustrial está muy masculinizado y ¿a qué se debe? Creo que se debe a la lógica de este proceso productivo. La cosecha se hacía a mano, por lo que requirió mucha fuerza y experiencia”, dijo Angélica Quiroga, directora de sustentabilidad de Incauca. De hecho, para algunas mujeres caucásicas, comenzar a operar maquinaria agrícola pesada era complicado en el pasado debido al estigma social. y porque las mujeres debían quedarse en casa, paradigma que se ha ido rompiendo con el paso de los años.
Durante seis meses, de 7 a 16 horas, los participantes seleccionados adquirieron conocimientos teóricos y una capacitación intensiva en el manejo de tractores, cosechadoras y otras máquinas utilizadas en la producción de caña de azúcar. Además, recibieron apoyo psicológico para adaptarse a los desafíos personales y familiares que supone dar este paso. “No se trata de darle oportunidades a las mujeres por el hecho de ser mujeres, sino de generar igualdad de oportunidades para ambos géneros”, afirmó Quiroga.
Gina Alejandra Girón Angola, 31 años, es una de las mujeres que decidió asumir el desafío. Vive en Holanda, en Padilla, y antes de comenzar su formación, se dedicó a las tareas del hogar y a recoger arena del río a caballo para ganarse la vida y alimentar a su hogar. Lo hizo junto a su hermana, quien también se apuntó al programa. Al principio, Gina no estaba segura de qué trataba la conversación. “Me registré sin saber que se trataba de operar maquinaria pesada. Cuando me enteré, me asusté porque no podía verme montando una máquina así”, dijo.
Érika Alejandra Valverde Arteaga (28) opera una cosechadora. Foto:Valentina Robles. Tiempo
Teniendo dos hijos -una niña de un año y un adolescente de 13- y dudas sobre sus capacidades, a las pocas semanas pensó en desertar. Sin embargo, el apoyo de la familia fue decisivo. “Una vez le dije a mi hermana: ‘No volveré allí más, no quiero estudiar más porque debe ser muy difícil’. Y ella dijo: ‘¿Cómo saldrás?’ Lo escuché y ahora me miran, todos están felices por mí”, recuerda con una sonrisa.
La siguiente participante es Érika Alejandra Valverde Arteaga, de 28 años, una madre soltera que se ganaba la vida como manicurista y peluquera. Aunque siempre ha estado asociada al mundo de la belleza, decidió aparecer en el programa sin pensarlo mucho, pues, como ella misma se autodenomina, es una mujer valiente que mira hacia el futuro. “Dije: gente con tanta educación y tantas cosas, ¿para qué me van a aceptar?, ni siquiera sabía conducir. Pero me llamaron y aunque no lo creía, con sensatez comencé a estudiar. Fui a la escuela y mi madre me ayudó a cuidar a los niños”, dijo.
Su motivación también estaba en casa: su padre trabajaba con maquinaria pesada y ella lo veía como un ejemplo. “Muchas veces tuve que llevarle el almuerzo y cuando lo vi manejando la máquina le pedí que me dejara subir. “Me dijo que no se podía porque era niña, pero siempre tuve esa curiosidad de saber cómo era estar ahí arriba”. aseguró.
Luego de la capacitación, Tatiana, Gina, Érika y 13 mujeres más fueron seleccionadas para trabajar en el ingenio.. Para varias personas fue su primer trabajo formal dándoles la oportunidad de apoyar su salud y jubilación, lo cual sus familias aceptaron con orgullo. Además, se conoció que tras obtener la licencia C3, sus ingresos aumentaron un 170%.
“El cambio fue del 100 por ciento, porque si mis hijos me habían pedido algo antes no se lo podía dar porque no trabajaba y no tenía cómo. Pero ahora, cuando me piden algo, se lo puedo dar porque mi trabajo me lo permite. Aún no tengo casa, pero mi motivación es darle todo a mis hijos para que estén bien’, dijo Tatiana, quien es tractorista desde hace dos años.
16 mujeres caucásicas operan maquinaria agrícola pesada en Incauca. Foto:Valentina Robles. Tiempo
Como Tatiana, Gina y Erika. Creen que sus vidas también se han transformado y que están ayudando a otras mujeres caucásicas a entrar en el sector. “Estamos tratando de dar el 100 por ciento para abrir el camino a más mujeres. Por ejemplo, donde vivo, muchas mujeres me preguntan cuándo llegará la próxima llamada y dicen que quieren ser parte del proceso”.
Estos días de mujer comienzan temprano en los cañaverales del Cauca. Nada más llegar al campo revisan los equipos, encienden los motores y se preparan para transportar toneladas de caña de azúcar. El trabajo requiere concentración, fuerza y disciplina, porque se trata de máquinas de gran tamaño, como los tractores Game de 210 caballos y las cosechadoras John Deere equipadas con sistemas automáticos.
todo esta mecanizado
El proceso es totalmente mecanizado: la cosechadora captura el surco de la caña verde, la corta y la pica en trozos de entre 12 y 30 centímetros de tamaño. Luego, un sistema de extracción por ventilador limpia el material antes de colocarlo en un vagón de 10 toneladas. Estos carros, compuestos por cinco cestas, son arrastrados por un camión con remolque hasta el molino. La operación se repite las 24 horas del día, con un promedio de 1.200 a 1.500 toneladas recolectadas por frente de trabajo. En total se pueden producir hasta 15.000 toneladas de caña de azúcar al día.
Cada máquina es capaz de recoger aproximadamente 500 toneladas en un día. Esto significa que cada una de las 16 mujeres puede aportar entre 200 y 300 toneladas en un turno.
Actualmente, 20 mujeres más participan en la formación. El curso, que tendrá una duración de un año, tiene como objetivo no sólo brindarles oportunidades de empleo, sino también ampliar el impacto social logrado por el primer grupo en el Cauca.
Valentina Robles Angarita — Editorial impresa