Un total de ocho ciudades, incluyendo el emblemático Río de Janeiro y el legendario Maracaná, han sido oficialmente designadas como sedes para la Copa Mundial de Fútbol Femenino que Brasil organizará en 2027. En este evento internacional, se espera que el equipo español defienda con orgullo su título histórico, alcanzado en el torneo de 2023. Esta importante actualización fue confirmada por la FIFA, la organización que rige el fútbol a nivel mundial.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, junto a varios destacados ciudadanos brasileños, reveló oficialmente las ocho ciudades que albergarán los partidos y las respectivas etapas de este emocionante torneo. Según Infantino, estas sedes “reflejan perfectamente la diversidad cultural y geográfica de Brasil”, un país rico en tradiciones y que es conocido por su amplia variedad de paisajes y estilos de vida.

Las ciudades seleccionadas para la Copa Mundial incluyen Belo Horizonte, con el destacado Mineirão Stadium; Brasilia, donde se encuentra el Estadio Nacional; Fortaleza, con el moderno Arena Castelão; Porto Alegre, que alberga el Beira-Rio Stadium; Recife, que cuenta con la Pernambuco Arena; Río de Janeiro, ciudad icónica donde se jugarán partidos en el famoso estadio Maracaná; Salvador, con la Arena Fonte Nova; y Sao Paulo, que contará con el Arena Itaquera. Es relevante mencionar que todos estos estadios también fueron utilizados durante la Copa Mundial Masculina de 2014, evidenciando así su capacidad para acoger eventos de gran envergadura.

“El mundo llegará a experimentar la energía vibrante, el colorido y la calidez que hacen de Brasil un lugar único. Desde sus espectaculares playas hasta sus ciudades cosmopolitas, pasando por la samba y el Frevo, cada rincón del país tiene algo especial para ofrecer,” destacó Infantino en el sitio web de la FIFA. Esta promesa se traduce en una oferta completa de lo que Brasil tiene para ofrecer, tanto a los jugadores como a los aficionados que asistan al torneo.

El presidente también subrayó que seguirán trabajando “estrechamente con las ciudades anfitrionas seleccionadas en este emocionante viaje”, con el objetivo de generar experiencias inolvidables en cada uno de los estadios en 2027 y asegurar que el torneo tenga un impacto extremadamente positivo para todos los involucrados.

Infantino expresó su agradecimiento a las doce ciudades que participaron en este proceso de selección, destacando el esfuerzo compartido y el compromiso demostrado en la organización del evento. Las ciudades que no fueron seleccionadas, como Belén, Cuiabá, Manaos y Natal, también recibieron un reconocimiento especial por su extraordinario trabajo y pasión por el fútbol, asegurándoles que hay oportunidades para que desempeñen un papel relevante en el futuro del evento.

La FIFA explicó que el proceso de selección comenzó en agosto de 2024 y se llevó a cabo de manera “transparente y estructurada”, siguiendo los principios éticos aplicados para seleccionar al país anfitrión. Se acordó con el gobierno brasileño y la confederación de fútbol brasileño que se elegirían un máximo de ocho ciudades y estadios anfitriones, basándose en una evaluación técnica que proporcionara las condiciones óptimas para las 32 selecciones participantes y garantizara el éxito comercial del torneo.

Ednaldo Rodrigues, presidente de la CBF, destacó que las ciudades elegidas cuentan con estadios modernos y excelentes instalaciones de capacitación, aptas para recibir a jugadores y aficionados de todo el mundo. Además, también son capaces de ofrecer una robusta infraestructura urbana, con una red de hoteles de calidad y sistemas de movilidad, seguridad y servicios públicos preparados para satisfacer la demanda que un evento de esta magnitud requiere.

«Sin embargo,» continuó Rodrigues, «somos conscientes de que nuestro objetivo principal como país organizador va más allá del deporte. Nuestra Copa Mundial, que se centrará en lo social, representará en 2027 un verdadero momento de transformación, combinando historias, opiniones y comunidades que volverán a reafirmar el papel del deporte como un instrumento de inclusión, igualdad y unidad social.” Este enfoque holístico es fundamental para asegurar que el evento no solo sea un éxito deportivo, sino también un catalizador para cambios positivos en la sociedad brasileña.

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