En un país marcado por profundas desigualdades y una compleja historia de ciclos económicos volátiles, la relación entre estabilidad económica, oportunidades de empleo y bienestar social es cada vez más evidente. Colombia se encuentra en una encrucijada crucial a mediados de 2025: mantener los logros macroeconómicos de la última década y al mismo tiempo enfrentar desafíos estructurales en el mercado laboral. En este contexto, la reciente aprobación de Reforma laboral en 2025 Promete redefinir la dinámica del trabajo en el país, con el objetivo declarado de crear mayor equidad, formalización y estabilidad.

Estabilidad económica: ¿punto de partida o ilusión?

En los últimos años, Colombia ha mantenido un crecimiento económico moderado, con un producto interno bruto (PIB) que, aunque afectado por shocks externos y fenómenos como El Niño, ha mostrado resiliencia. Los datos del primer semestre de 2025 indican una inflación controlada de alrededor del 5,3%, lo que supone una mejora en comparación con el año anterior, y un crecimiento económico proyectado del 3,2% anual.

Sin embargo, los beneficios de esta estabilidad macroeconómica no siempre se traducen directamente en mejoras tangibles para la mayoría de los ciudadanos. El desempleo, aunque ligeramente reducido al 9,8%, todavía afecta a millones de personas, especialmente jóvenes, mujeres y residentes de zonas rurales. Además, la informalidad del trabajo sigue siendo un desafío estructural: según datos del DANE, más del 55% de los trabajadores en Colombia siguen conectados al mercado laboral sin garantías de seguridad social, pensiones o condiciones de trabajo decentes.

El vínculo entre empleo y bienestar social

La evidencia empírica y la experiencia nacional muestran que el acceso a un empleo formal, estable y bien remunerado es uno de los principales determinantes del bienestar social. El trabajo decente no sólo garantiza ingresos, sino también el acceso a la seguridad social, las pensiones, la salud y las oportunidades educativas para las familias.

En Colombia, el desempleo y la informalidad no sólo limitan el bienestar individual, sino que también tienen consecuencias colectivas: aumentan la desigualdad, reducen la recaudación de impuestos, debilitan los sistemas de seguridad social y exacerban fenómenos como la migración interna y la delincuencia. En este sentido, promover el empleo formal y reducir la precarización laboral son las condiciones básicas para avanzar hacia un modelo de desarrollo más justo y sostenible.

Reforma laboral 2025: ¿una oportunidad de cambio?

En este contexto, en septiembre de 2025, el Congreso republicano aprobó la reforma laboral, una de las apuestas más ambiciosas del actual gobierno. Esta reforma, resultado de meses de consultas entre sindicatos, gremios empresariales y sectores políticos, introduce profundos cambios al Código del Trabajo, con el objetivo de mejorar las condiciones laborales, promover la formalización y cerrar brechas históricas.

Entre los puntos más significativos de la reforma se encuentran:

Reducción de la jornada máxima de trabajo a 42 horas semanales, de acuerdo con los estándares internacionales.

Reconocimiento de recargos por toda la noche a partir de las 18:00 horas y los domingos y festivos, como garantía de pago justo por el tiempo trabajado.

Facilitar la negociación colectiva en sectores históricamente excluidos, como los trabajadores de plataformas digitales, los trabajadores domésticos y los trabajadores rurales.

Incentivos al empleo formal de jóvenes y mujeres, con exenciones tributarias parciales para las empresas que conecten permanentemente a estos grupos poblacionales.

Regulación del trabajo remoto y del trabajo a través de plataformas digitales, buscando garantizar los derechos de los trabajadores en estos nuevos modelos de trabajo.

Reacciones divididas

La reforma fue bien recibida por las confederaciones laborales y las organizaciones de derechos laborales, que la consideran un paso histórico hacia el trabajo digno. Sin embargo, algunas asociaciones empresariales han expresado preocupación por los posibles costos adicionales asociados con las nuevas disposiciones, argumentando que podrían afectar la competitividad y la capacidad de crear empleos, especialmente en las pequeñas y medianas empresas.

El gobierno, por su parte, cree que la reforma se diseñó con un enfoque gradual y que las medidas de apoyo a las empresas permitirán una transición adecuada. Además, se destaca que el objetivo no es sólo la protección de los derechos, sino también la estimulación del mercado laboral a través de normas más claras y justas.

¿Una apuesta por el bienestar?

El éxito de esta reforma dependerá no sólo de su implementación técnica, sino también del contexto económico general y del compromiso de los actores sociales. Si bien la reforma por sí sola no resolverá los problemas estructurales del empleo en Colombia, puede ser una herramienta poderosa para reducir la inseguridad, promover la formalización y mejorar el bienestar de millones de trabajadores.

Es necesario acompañar estos cambios con políticas públicas integrales: educación y capacitación laboral relevante, infraestructura productiva en regiones rezagadas, fortalecimiento de la inspección laboral y una política fiscal progresiva que garantice recursos para mantener el progreso social.

Colombia enfrenta el desafío de traducir la estabilidad macroeconómica en progreso real para su población. La reforma laboral de 2025 representa un compromiso importante en esta dirección, buscando equilibrar los derechos de los trabajadores con las necesidades de productividad y competitividad del país. El futuro del bienestar social en Colombia dependerá en gran medida de cómo se implementen estos cambios y de la voluntad colectiva de construir un país más justo, equitativo y próspero.

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