
El proceso de negociación con los opositores, liderado por Alexander Díaz Mendoza, alias Calarcá, había mostrado un desarrollo significativo en las últimas semanas. A pesar de algunos avances, la situación se tornó crítica tras un ataque perpetrado por el bloque de Comandante Jorge Suárez Briceño, que resultó en la muerte de siete soldados en el sector conocido como sala de infantería no. 19 Joaquín París, donde se observaba la seguridad del antiguo espacio costero de entrenamiento y el receptor (AETCR) Charras, en la Liga Guavie.
Las víctimas del ataque fueron identificadas como el entrenador del equipo, Darwin Pérez Sánchez, junto con los soldados Jairo Arteaga Estrada, Anderson Steven Bohorquez Ospina, Juan David González Fernández, Carlos Andrés Picros, Jean Carlos Bolaña Roma y Moisés Picros. Además, otros cinco soldados fueron secuestrados y posteriormente liberados en la comunidad de Guanapalo.
Seis ejércitos murieron en el asalto en Guavare. Foto:Cortesía
El crimen fue calificado por el ejército como “una obvia falta de voluntad por la paz” y ocurrió apenas siete días después de que el presidente Gustavo Petro firmara una directiva que puso fin a las operaciones militares contra esta estructura y otros bloques que integran el personal independiente de los bloques y frentes (FMI), una coalición de organizaciones anti-desintegración formada tras la disolución de los principales empleados de alias Iván.
La decisión del gobierno de suspender las operaciones se tomó menos de 24 horas después de que se recomendara no extender el alto el fuego, lo que generó una lluvia de críticas hacia la administración y evidenció las contradicciones y tensiones existentes.
Esta medida, unilateral por naturaleza, deja la puerta abierta para la negociación con otros cinco grupos armados (ELN, empleado principal, clan Gulf, Segunda Marquetalia y autopensas para Sierra Nevada), pero no logró compromisos concretos con esta organización, basándose únicamente en su “buena fe”.
Luego del ataque, el grupo armado justificó su acción indicando que actuaron en “defensa legítima”. Sin embargo, las pruebas preliminares sugieren que un grupo de militares se había desplazado hacia el ejército después de prestar su guardia en el espacio que, desde 2017, se había construido bajo acuerdos previos entre la extinta FARC, sin que hubiera ninguna operación militar en el momento del ataque.
Alexander Díaz, alias Calarcá. Foto:Archivo privado
La implicación de este grupo, en este contexto, genera incertidumbre respecto a si estará vinculado a la Comisión Independiente como parte del análisis que se debe realizar acerca de si la estructura armada demuestra una voluntad genuina de avanzar en el proceso de paz.
Para Luis Fernando Trejos, profesor e investigador de la Universidad del Norte, el incidente no parece ser un acontecimiento fortuito o un mero encuentro desafortunado entre las fuerzas del orden y los miembros de la organización armada, sino que indica un nivel de planificación intencionada. “La sostenibilidad del proceso del FMI pende de un hilo, ya que el resultado operativo, como el de Guavare, solo se logra a través de una planificación táctica adecuada y una inteligencia efectiva,” expresó en su cuenta de X.
El gobierno ahora enfrenta esta situación como un ultimátum para que las estructuras de oposición inicien su proceso de concentración, en vista de un desarme final que aún se percibe como una posibilidad lejana.
Durante la cumbre de la Fedepartación llevada a cabo el pasado viernes en Yopal, Casanare, Armando Benedetti había emitido una advertencia clara al grupo: “Han transcurrido pocos días en las últimas semanas, cerca de 20 incidentes, y el grupo que no se enfoque debe ser excluido de la mesa de negociaciones. El grupo de Calarcá no detuvo el fuego; en Norte de Santander ya se han registrado incidentes, y la urgencia es que deben concentrarse en los próximos 20 días. Si no, estas negociaciones se verán comprometidas,” afirmó el ministro del Interior.
Esta advertencia cobró mayor peso el lunes tras las declaraciones del ministro de Defensa, Pedro Sánchez. Antes de la reunión de la Fuerza Pública del Domo, el ministro abordó el futuro del proceso de paz, presentando tres posibles escenarios: postergar la mesa de negociación, llevar a cabo operaciones contra Jorge Suárez Briceño, o esperar hasta el 18 de mayo para tomar una decisión definitiva.
El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, expuso su perspectiva sobre el proceso de negociación. Foto:César Melgarejo.
Después de la reunión, se comunicó que las fuerzas militares y la policía nacional deben emplear todas las capacidades estatales para protegerse, independientemente de si se enfrentan a los opositores de Calarcá o a otros grupos armados.
El jefe del Museo de Seguridad afirmó que “la paz es posible,” aunque sin demandas a los criminales. “No vamos a cuestionar a los delincuentes, ni nos cuestionaremos como sociedad frente a ellos,” declaró.
Estas declaraciones dejan el proceso en una fase delicada, en un instante donde se han alcanzado acuerdos sobre la transformación de las aguas territoriales, especialmente en el Amazonas Bogan. Hasta el momento, la delegación del gobierno no ha tomado decisiones definitivas; en situaciones similares, el Secretario General ha pospuesto negociaciones con el ELN y terminó discusiones con los opositores conocidos como alias Iván Bade.
Camilo A. Castillo
Político
X: (@camiloandres894)