
Desde hace tres años, Pasto observa con admiración cómo se fragua una obra que promete cambiar la fisonomía de su paisaje urbano: el mural más grande del departamento, una intervención pública de 290 metros que va desde la Escuela Normal Superior, en la calle 10, hasta la calle 4.
Tres artistas con proyección nacional e internacional—Juan José Lucero, Sabina Bolaños y Esteban Carreño—lideran esta iniciativa que nació no sólo de las líneas y el color, sino del impulso de la identidad local. Detrás de ellos está la Fundación Colectivo Colorama y la Banda Tricolor, conversando con la ciudadanía, recopilando historias, dándole protagonismo a la comunidad.
Cada pincelada de este mural es un viaje: retrata a personajes destacados de la región, símbolos que ya son parte del sentir de Pasto. Jóvenes con más de una década dibujando piezas gráficas aportan diseño, profesionalismo, reflejo de un saber visual que se ha nutrido de experiencias nacionales. Es arte público como epifanía: un muro que deja de ser frontera y se convierte en escenario, memoria, diálogo.
El proceso no ha sido fácil: permisos, planificación, logística, coordinación con vecinos, gestión de materiales, resistencia a la intemperie, desgaste. Pero cada día, pincel en mano, los artistas, la Fundación, la Banda y quienes observan desde las veredas saben que lo que allí crece es algo más que pintura: es espejo de nuestra historia, exaltación de nuestra región, pastel orgullo de nuestras identidades.
Cuando este mural exista completo, cuando las últimas líneas finalmente enmarquen ese recorrido de 290 metros, Pasto tendrá un hito. Un hito hermoso, inmenso y vivo. Un mural que nos recuerda de dónde venimos… y por dónde podemos caminar.