Este martes 7 de octubre de 2025, el mundo permanece atento al sobrevuelo del cometa 3I/ATLAS, un visitante cósmico que ha despertado el interés de astrónomos y agencias espaciales por su origen interestelar y comportamiento inusual. Este cuerpo celeste fue descubierto por primera vez el 1 de julio por el Observatorio de Río Hurtado en Chile y representa el tercer objeto externo al sistema solar que pasa por nuestro vecindario cósmico.

Un hallazgo extraordinario

El cometa fue descubierto por el telescopio ATLAS (Asteroid Terrestrial Impact Last Alert System), financiado por la NASA. Su trayectoria hiperbólica, es decir, no cerrada alrededor del Sol, confirmó que no pertenece al sistema solar. Con una velocidad de 61 km por segundo y una excentricidad orbital de 6,14, 3I/ATLAS se une a ‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019) en la corta lista de objetos interestelares.

La nomenclatura “3I” indica su categoría interestelar, mientras que “ATLAS” hace referencia al equipo que lo descubrió. Su núcleo, de apenas cientos de metros de largo, está rodeado por una coma de gas y polvo que tiene emisiones inusuales, según observaciones del Very Large Telescope y Gemini North.

¿Un cometa o algo más?

Aunque no representa ninguna amenaza para la Tierra (su altitud mínima de aproximación es de 270 millones de kilómetros), su brillo verdoso y su rápida transformación han provocado teorías que van más allá de la sabiduría convencional. Algunos científicos, como Avi Loeb de la Universidad de Harvard, sospechan que podría tratarse de un artefacto artificial, aunque esta hipótesis aún no ha sido confirmada oficialmente.

Observación y seguimiento

Actualmente, el cometa se encuentra en la cara oculta del Sol, lo que impide su observación directa desde la Tierra. Se espera que resurja en diciembre y proporcione nuevas mediciones. En el estudio también participa la Agencia Espacial Europea (ESA), que utiliza sus misiones interplanetarias para obtener datos de lugares más estratégicos.

El paso de 3I/ATLAS representa no sólo un evento astronómico extraordinario, sino también una oportunidad para profundizar nuestro conocimiento del espacio interestelar. Su presencia nos recuerda que el universo está en constante movimiento y que aún queda mucho por descubrir más allá de los límites conocidos.